jueves, 26 de agosto de 2010

Ciuleandra: la danza del amor y de la muerte

La "Ciuleandra" es una danza rumana tipica de la zona de Oltenia. Liviu Rebreanu, célebre escritor del periodo de entreguerras, escribio una novela con el titulo con el que he llamado a esa entrada. Veamos por qué.

El baile durante toda la historia de la humanidad ha sido una forma de comunion con la naturaleza interna del hombre, que las sociedades de control han pretendido siempre constreñir. La danza fue una via de escape para salir de los limites y las imposiciones morales de cada sociedad, a la vez de expresar las costumbres de la comunidad.

Un tipo habitual de danzas son los llamados "corros", repetidos en todas las culturas. Para algunos, las danzas circulares o el danzar en corros, son una de las formas artísticas más antiguas que han acompañado al hombre a lo largo de su evolución. Han tenido desde la antigüedad un importante significado para él, su comunidad y su cultura.

A lo largo de la historia se ha danzado para comunicarse con lo desconocido, con lo macrocosmico y lo microcosmico, para provocar estados alterados de conciencia, para generar presencia, autoafirmación, celebración y acompañar colectivamente en los distintos pasajes de la vida de una comunidad. Siempre se supo que el círculo era poderoso y una vía directa para la unificación hacia un propósito individual y colectivo. Una comunion con la naturaleza externa y con la naturaleza interna normalmente demasiado controlada.

Es común a todos los pueblos una primigenia forma de danza colectiva en la que los participantes se disponen formando una circunferencia que rota alrededor de un punto fijo; lo cual bien pensado no podría ser de otra manera siendo precisamente el círculo el mandala por excelencia, la figura geométrica que más sintéticamente nos habla de la relación entre el Principio inmanifestado y su manifestación.

Otros dicen que es algo especifico mediterraneo, surgido desde la Grecia prehomerica o desde las llanuras anatolicas. Por eso en todo el ambito mediterraneo se conocen diversos tipos "bailes redondos", con un notable cariz mágico-teúrgico, reproduciendo el símbolo de la rueda, del eterno retorno, el avance del tiempo.

Dentro de este tipo que podemos considerar genérico, existían diversas variantes dependiendo de las zonas, festividades y entidades a las que se invocaba. Así tenemos desde las de claro espíritu guerrero, bailadas únicamente por hombres con motivo de una contienda, hasta las ligadas a ritos de fertilidad, lluvias y buenas cosechas, las cuales venían acompañadas por lo general de canciones que de forma acompasada y siguiendo un sencillo esquema rítmico hacían alusión al beneficio que se imploraba.

Estos corros, de los que en España tenemos como ejemplo evidente la "sardana" catalana, formados por bailarines con las manos entrelazadas, se situaba a menudo alrededor de un elemento de evidente carácter axial como el árbol, la piedra, el pozo, o la misma hoguera, en el momento de los solsticios. Otras veces tenian motivos sexuales o relacionados con la fecundidad.

En Rumania existen varios bailes de corro, entre ellos la tipica "hora rumana", que se da en todo el territorio que conforma actualmente el pais. Por ejemplo, la unidad de Tara Romaneasca y Moldavia en 1859 se celebra con la Hora Unirii (la hora de la unidad), donde los rumanos danzan en circulo tomados de la mano mientras cantan la letra destinada para ello por el unionista moldavo Vasile Alecsandri. Se ha podido ver a todos los presidentes rumanos danzando junto con el pueblo con ocasion de la celebracion de esta fecha (Ceauşescu, Boc, Băsescu....)

Pero en este caso vamos a centrarnos en otra "hora" (se pronuncia "jora") tipica del sur de Rumania, la Ciuleandra. Se trata de un baile en corro tipico de la zona este de Oltenia, alrededor del judet de Arges. La Ciulandra es una danza ritual que se celebra como invitacion a la fecundidad y a la reproduccion, y en la que los mozos y las mozas del pueblo suelen encontrar pareja para crear una union solida y dar hijos a la comunidad.

Es una hora mistica que comienza lentamente y va cogiendo velocidad conforme se van dando vueltas, hasta que se crea una conciencia orgiastica que debilita la censura racional y deja escapar lo natural y lo instintivo. Al igual que en los akelarres tipicos de Euskal Herria, los rondos tienen, en sus origenes, un caracter popular orgiastico, que fue desapareciendo conforme la racionalizacion de la modernidad ha ido ocultando las manifestaciones populares panteistas para convertirlas en folklore superficial.

En este caso, la Ciuleandra es un corro en el que una comunidad celebra la danza de la vida y de la muerte, de la primavera y sus flores nuevas, de la lluvia que fecunda a la tierra, del eterno retorno de las cosas. Con la Ciulandra se olvida la tristeza del trabajo, del orden, de las normas, de la certeza de la muerte, y se celebra el paso hacia el placer, la vida, el renacimiento, la eternidad. El circulo simboliza el ciclo interminable de la vida, la constante renovacion de las estaciones, de las generaciones, de los sentimientos.

El linguista marxista ruso Bajtin annaliza el caracter mistico, panteista, de la cultura popular que busca la prohibida comunion con la naturaleza y con el deseo a traves de cualquier expresion cultural (el carnaval, la danza, el chiste, las groserias), en su libro "La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento", donde observa que la cultura popular es una forma de resistencia contra la imposicion de las buenas costumbres siempre bajo control de las oligarquias.

Lo mismo hace el sociologo James C. Scott en su "Los dominados y el arte de la resistencia", donde analiza todos los tipos de resistencia "invisible" que los dominados desarrollan frente a la ideologia dominante.

Liviu Rebreanu, escritor de la epoca de la "Romania Mare" de entreguerras, escribio un libro en el que esta danza popular de la zona de Arges tiene un papel protagonista. El personaje principal, un niño pijo, hijo de una familia burguesa, que lo tiene todo hecho en la vida gracias a su padre boyardo, se enamora de una aldeana mientras baila una Ciuleandra tras el casual paso por un pueblo.

El caprichoso exponente de la burguesia del conocido entonces como "micul Paris" bucarestino (debido al sometimiento cultural a la cultura francesa), obliga a su padre a que "compre" a la joven campesina a sus padres. Ell baile tendra desde entonces un peso especial en su vida. Sobre todo cuando en otro ataque de irracionalidad mata a su ya esposa y es encerrado en un sanatorio mental para evitar la carcel: alli se encontrara al Doctor Ursu, que, curiosamente, como si la vida fuera tambien un corro, participo en aquella Ciuleandra en la que el ciclo de la vida dio lugar al amor, al desamor y al odio. Y despues a la muerte.

Por cierto, el personaje del Doctor Ursu me produjo muchas simpatias: se trata de un aldeano que llegó, a pesar de todos los obstaculos, a médico (algo muy raro en la epoca). Es un personaje que ha llegado a pertenecer a otra clase social pero que no olvida a la suya y, por lo tanto, es enemigo de los ricos. Como dice el padre del joven señorito, internado en el sanatorio, Puiu (apelativo cariñoso rumano que se puede traducir como cachorrito), al que el Dr. Ursu tiene que analizar para darle por loco, "no es prudente dejar tu futuro en manos de un enemigo de la clase social a la que perteneces".

El libro de Rebreanu, "Ciuleandra: la danza del amor y de la muerte" es toda una descripción de la sociedad clasista del periodo interbélico en Rumania, la mitificada Romania Mare por los nacionalistas rumanos de hoy. Una sociedad donde los pocos tenian todos los derechos, mientras el campesinado y la incipiente clase obrera eran tratados practicamente como esclavos de los caprichos de la aristocracia y la burguesia.

Por ultimo, veamos como describe Rebreanu, en boca de Puiu, el protagonista, la Ciulendra (luego os dejo con un video de esta danza -aunque ya como imitacion folklorica desprovista de toda espontaneidad ):

"..., quien no ha visto bailar la Ciuleandra no puede imaginar lo que significa la embriaguez de esa danza... Comienza como una "hora" corriente, muy lenta, muy acompasada. Los participantes se reunen, se alinean, se juntan por parejas, probablemente segun sus simpatias o quizas al azar; no importa. Despues, cuando parece que la gente se ha animado un poco, la musica empieza a hacerse mas agitada, mas rapida. El ritmo de la danza se acelera, naturalmente. Los danzarines, cogidos por la cintura, forman un muro compacto de cuerpos que se mecen, se retuercen y saltan al mando de los musicos. Cuanto mas se animan los participantes, tanto mas se exalta la musica, se hace mas alocada, mas salvaje. Los pies de los mancebos repiquetean freneticos, esbozan pasos de galope, saltos fantasticos, contorsiones de alegria. Despues, con pasos rapidos, arrancan todos bruscamente en un torbellino. La pared viviente avanza, ora por aqui, ora por alli; los tziganos (gitanos) pellizcan vehementemente las cuerdas, arrancando sonidos estridentes y agudos que acompañan con alguno que otro sonido gutural al que intenta responder alguien dentro del corro de danzarines, pero ahogado y quebrantado por el delirio del ritmo. Ahora, la cadena, siempre desplegandose y encogiendose, como una serpiente fantastica, empieza a enroscarse, a juntarse, amontonandose hasta transformarse en una montaña de cuerpos ardientes, que todavia se agitan algun tiempo en el mismo lugar para despues distenderse de nuevo, inesperadamente, cansados los danzarines o bien fingiendolo, en un compas moderado que deja ver los rostros encendidos y alegres. Pero los musicos parecen enfurecerse al aflojar el baile y agudizan nuevamente el canto, mas poderoso, mas incitador. Como deseosos de desafiar y provocar a los musicos, el cordon de danzarines se precipita, tempestuosamente; los pies pisan la tierra, convulsivos, el torbellino arranca nuevamente, mas apretado, con mayor ahinco; se enrosca otra vez y se desenrosca y, por fin, cuaja en un amasijo de cuerpos aniquilados. Asi, en el mismo lugar, por espacio de unos minutos, no se cuanto tiempo, los muchachos y las muchachas se agitan, tiemblan, patalean con el mismo ritmo alocado. De vez en cuando, un grito prolongado entrecorta el alborozo.. Un grito de pasion, como surgido del fondo de las edades. Tambien se oye el chillido de placer de alguna muchacha. Dijarese que la danza va a durar hasta que la vida de todos los participantes se funda en un supremo abrasamiento de pasion desencadenada. Pero, bruscamente, como cortado con tijeras, el canto cesa y el amontonamiento de jovenes se dispera con una carcajada de risa salvaje, cual el gemido de un inmenso placer satisfecho. Todo el baile retumba en la tierra los instintos de amor alli ocultos..." (Ciulendra, Liviu Rebreanu, Ayma, Barcelona, 1944, pag.115.17)

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