sábado, 15 de junio de 2013

El gobierno neoliberal de Moldova quiere abrir las puertas definitivamente a la colonización del país por la Union Europea

República Moldova y la Unión Europea concluyeron el pasado 12 de junio las negociaciones sobre el denominado por los medios "acuerdo de libre comercio" que, eufemismos aparte, ya sabemos que quiere decir con exactitud: abrir las fronteras de la antigua república soviética a la invasión de productos extranjeros y a la destrucción de los productores autóctonos.
La amenaza de la UE sobrevuela República Moldova

Se trata del desenlace de los persistentes intentos por parte de la Unión Europea de hincar el diente en el mercado interior moldavo, que han sido hasta ahora obstaculizados por los diez años de gobierno del partido todavía más votado por los moldavos, el comunista, y cuyas conversaciones fueron reiniciadas en cuanto la alianza de partidos neoliberales y profascistas (perdón por la redundancia) llegó al poder hace apenas tres años, tras varios intentos de golpe institucional, incluido un ensayo de revolución de colorines dirigida desde Washington y Bruselas, en abril de 2009.

El acuerdo se ratificará, si no lo remedian el pueblo y los trabajadores moldavos, en noviembre de 2013, durante la cumbre de la Asociación Oriental, que tendrá lugar en Vilna (Lituania).Como ha afirmado el diputado Gheorghe Popa, miembro de la Comisión parlamentaria sobre agricultura y militante del Partido Comunista de Republica Moldova, el acuerdo va en detrimento de la economía nacional del país y supone una grave amenaza para los productores agrícolas autóctonos, citado por la agencia OMEGA.

"Para República Moldova, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y Turquía significa la inundación del mercado interno con productos producidos en estos últimos, y pone en peligro la defensa de los productos autóctonos", ha afirmado el diputado, señalando además que mientras el gobierno hace declaraciones triunfalistas en realidad "se trata de un perjuicio al desarrollo económico nacional del República Moldova"

Por su parte, los portavoces del gobierno neoliberal y sus medios afines intentan hacer creer que el acuerdo abre un gran mercado para los productores autóctonos, el de la Unión Europea, estupidez suprema que se cae por su propio peso cuando se comparan los resultados de acuerdos similares en cualquier país del mundo: la abrumadora superioridad de las importaciones desde los países capitalistas frente al porcentaje de exportaciones de la producción nacional.

Es decir, se trata de la misma estafa de siempre. Mientra para la elite económica local el acuerdo producirá pingues beneficios por comisiones e intermediación de las importaciones, los moldavos se empobrecerán y dependerán cada vez más del gigante europeo. No hace falta mirar muy lejos: Rumania es la mejor experiencia para ver que supone transformar un rico país industrial y agrícola en una colonia donde los productos de la UE no tienen competencia.

Iurie Leanca, el nuevo premier moldavo encantado de
entregar Republica Moldova a los saqueadores europeos
A la vez, como ha afirmado el expresidente del país, Vladimir Voronin, presidente del Partido Comunista de Republica Moldova, el acuerdo cerrara a la vez las puertas a los productos moldavos a sus mayores mercados actuales, el ruso y el ucraniano.

De todos modos, los comunistas moldavos han tenido diez años, en su gobierno desde 2001 hasta 2009, para acabar con el sistema capitalista que se instauró en Republica Moldova tras la separación del país de la Unión Soviética en 1991, y se dedicaron a realizar políticas de corte socialdemócrata, que incluían el acercamiento a la Unión Europea o, incluso, a la organización militar OTAN, por lo que gran parte de la responsabilidad del desastre actual pesa sobre sus espaldas.

Consecuencias como las que sufrirán los trabajadores moldavos con la aplicación de este tratado de libre comercio solo podrán ser evitadas si el Partido Comunista de Republica Moldova, que en sus estatutos  de 2008 incluyo que es "el legal sucesor del Partido Comunista de la Republica Soviética de Moldavia, de sus ideas y tradiciones",  como tal deja de hacer negocios y de tener entre sus filas a mercaderes y arribistas socialdemocratas y reformistas para, en su lugar, dedicarse a organizar a los trabajadores para que estos tomen de nuevo el poder de sus fabricas, sus barrios y, por supuesto, del estado: es decir, para empezar otra vez la construcción del Socialismo en un pais donde el  68% de los habitantes echan de menos la epoca en la que República Moldova era parte de la Unión Soviética.

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