jueves, 26 de junio de 2014

La traición de Putin

 Las brutales agresiones, matanzas y bombardeos indiscriminados perpetrados por las fuerzas fascistas ucranianas contra la población civil de etnia y lengua rusa en el este de Ucrania no han inmutado, parece ser, al presidente Vladimir Putin.  A pesar de que las milicia popular de Nueva Rusia no cesa de pedir ayuda a los hermanos rusos contra la limpieza étnica dirigida desde Kiev, bajo las órdenes de la Unión Europea y Estados Unidos, el parlamento ruso, a petición de Putin, ha retirado el permiso de intervención militar otorgado en los días previos.

Putin: mucho más que ver con estos dos granujas que con los antifascistas de
las milicias populares del este de Ucrania
Mientras la organización criminal OTAN  sostiene y apoya abiertamente a las tropas nazi-banderistas del gobierno golpista ucraniano, la resistencia antifascista de ciudades como Lugansk, Donest, Kharkov, Odessa lucha con mucho valor y con pocos medios para defender no solo su independencia, sino también el resurgir de la Unión Soviética.

Esto es precisamente lo que le da miedo a Putin y a los oligarcas y burgueses que este representa: que los rusos que luchan contra el fascismo ucraniano en una nueva Gran Guerra Patria lo hacen también por el socialismo, por el final de la explotación de una minoría sobre la mayoría trabajadora, y esto significa algo muy poco deseable para el presidente ruso.

Por eso, prefiere que los antifascistas y compatriotas rusos sigan siendo masacrados, torturados, violados y exterminados en el este de Ucrania y ciudades como Odessa, a apoyar su lucha por una sociedad justa y sin grandes delincuentes capitalistas en el poder, como sucede hoy en la propia Rusia, en la Unión Europea o en Estados Unidos. Total, el golpe de mano en Crimea, que dejó asombrado al mundo y dió esperanzas a los pueblos amenazados por el imperialismo occidental, Putin ha optado por cuidarse de los milicianos separatistas y antifascistas alzados en armas contra el gobierno fascista de Kiev.

Es cierto que la Rusia de Putin es hoy la vanguardia de la lucha contra el imperialismo unipolar ejercido por Estados Unidos y sus cortesanos de Europa, Oriente Medio y gran parte de los paises de la tierra. Pero no se trata más que de un conflicto interimperialista por hacerse con una mayor porción del pastel de la riqueza mundial, a costa, por supuesto, de la clase obrera y de los pueblos débiles.


La tranquila contemplación de Putin de los salvajes acontecimientos contra la población rusa y antifascista en el este de Ucrania solo tiene dos explicaciones: una, falsa, la cobardía o debilidad de Rusia, algo que se cae por su propio peso cuando vemos como la dependencia de la U.E., por ejemplo, del gas ruso hace que esta se pliegue a las amenazas de Moscú aunque sea aparentando firmeza, o cuando las tropas rusas entran en Osetia o en Crimea y nadie mueve un dedo; la segunda, es la que hemos apuntado más arriba: para Putin son quizás más peligrosas las milicias populares de los nuevos países del este de Ucrania, unidos en la federación de Novorusia, empeñados en nacionalizar las grandes empresas, en sacar las banderas rojas de la clase obrera, o en reconstruir la Unión Soviética y, por lo tanto, en acabar con el chiringuito de los que son como Putin y de los que se benefician de la explotación de los que trabajan, es decir, de los capitalistas y su bárbaro régimen.

Al fin y al cabo, el fascismo es la forma menos hipócrita de capitalismo, sistema que lleva dentro de sí como forma básica constituyente, y sea cual sea la forma que adopte, la esencia criminal de aquel.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Por fin! alguien en un blog de izquierdas califica a Putin de lo que es. La complacencia de la mayor parte de los blogueros "rojos" está facilitando la desmovilización de quienes por internacionalismo y por decencia deberían estar a la puerta de las embajadas de Rusia en el mundo desenmascarando a Putin y su sexta columna. El sacrificio de los ucranianos del Sureste amenaza acabar como el de los republicanos españoles, con la diferencia de que, no obstante la correlación de fuerzas desfavorable, el franquismo y la complicidad de occidente pudo ser puesta en evidencia por el internacionalismo de la izquierda de entonces.

Albert dijo...

Estimado José Luis Forneo:

Coincido plenamente con Ud. en su valoración sobre la cobarde, traicionera y entreguista actitud del Presidente ruso Vladimir Putin en relación a los trágicos eventos del sudeste de Ucrania.

Poca gente se ha atrevido a poner los puntos sobre las íes (yo lo hice en otro blog y casi se me acusó de dogmatismo e infantilismo izquierdista) y reconocer abiertamente, como hace Ud., que Rusia es uno de los grandes frentes contra el imperialismo norteamericano (el otro es la República Popular China, cada día menos popular y cuyo socialismo es cada vez más fachada que otra cosa), pero no por razones ideológicas sino porque se trata de un enfrentamiento inter-imperialista tal cual fue la Primera Guerra Mundial de la cual, por cierto, hace hoy 28 de junio 100 años del asesinato del archiduque y heredero de la corona austro-húngara Francisco Fernando. Nadie podría decir que el enfrentamiento entre La Entente y los Imperios Centrales era una lucha entre democracia contra tiranía, progreso contra conservadurismo.

Seamos sensatos y tengamos el valor de reconocer que la Rusia de Putin es una potencia imperialista dominado por una casta burocrático-oligárquica. Quien crea ver en la actual Rusia y su Unión Euroasiática un remedo de una nueva URSS y en Putin un neocomunista o, al menos, un hombre orientado hacia la izquierda vive en una realidad alternativa.

Desde sectores de la izquierda revolucionaria (o más o menos revolucionaria) se ha intentado justificar la actitud dubitativa de Putin, encendiéndose los ánimos cada vez que el inquilino del Kremlin hacía (de cara a la galería y para consumo interno) declaraciones de firmeza… que luego quedaban en nada. Anunció que jamás permitiría agresiones ni persecuciones contra los rusos del sudeste ucraniano y sucedió la masacre de la Casa de los Sindicatos de Odesa. Afirmó que jamás permitiría que las poblaciones civiles de las regiones (ahora autoproclamadas repúblicas populares) de Donetsk y Lugansk fuesen atacadas y han sido y son atacadas con artillería, tanques y aviación sin que el valeroso líder ruso mueve un dedo excepto presentar quejas formales a través del Ministerio de Asuntos Exteriores… y enviar de nuevo a Kiev al embajador ruso Mikhail Zurabov (que se cubrió de oprobio por su pésima gestión durante el golpe en febrero), para la toma de posesión presidencial, reconociendo formalmente al nuevo Presidente ucraniano Petro Poroshenko, el magnate del chocolate, a pesar de la evidente ilegitimidad de su autoridad por el derrocamiento violento de su antecesor y el clima de terror en que fueron convocadas las elecciones en Ucrania.

Puedo entender que el Kremlin no esté interesado en una guerra en su frontera ucraniana, por cuento interrumpiría el suministro de gas hacia Europa, gas del que obtiene grandes divisas, además de la enorme dificultad de una guerra que sería bastante más larga que la de Osetia del Sur en 2008, y que probablemente el Ejército ruso, tras la desastrosa reforma de Serdyukov, no esté en condiciones de realizar una operación de tal magnitud porque una vez comenzada la lucha sería necesario llegar hasta Kiev o de otro modo el conflicto se enquistaría y la OTAN aprovecharía la ocasión para intervenir en las zonas no ocupadas. Puedo entender que el Kremlin tampoco tenga interés en la balcanización de Ucrania, por los riesgos que esto conllevaría para la estabilidad de la zona. Para Rusia es mucho más rentable que Ucrania siga unida de una forma u otra y, si no aliada a Rusia, sí por lo menos neutral, no asociada ni a la UE ni la OTAN, y la ruptura de Ucrania en trozos haría que esa opción fuera inviable y la parte centro-occidental (Kiev incluida, cuna de la propia Rusia) acabase echándose en brazos de Occidente y repleta de bases militares americanas, desventajas éstas que serían mucho mayores que las ventajas de anexionarse la recién creada Novorossiya.

(sigue...)

Albert dijo...

(continúa)

Pero este escenario perdió validez desde el derrocamiento del Presidente Ucraniano Viktor Yanukovich el 22 de febrero. Desde el 22 de febrero, con la huida de Yanukovich y su ilegal destitución por la Rada Suprema sin suficientes votos y sin respetar el procedimiento de destitución, desde que el nuevo poder instalado tras el golpe permitió -y permite- persecuciones a manos de milicias ultraderechistas, lanzó -y lanza- operaciones policiales primero y militares después contra los antifascistas y contra los pro-rusos que no aceptaban el nuevo poder ilegal y opresor instalado en Kiev, tras el acuerdo de asociación de Ucrania con la UE, las posibilidades de mantener a Ucrania en la órbita rusa o, al menos, como Estado tampón, se han difuminado. Por lo tanto, lo único coherente que puede Rusia hacer ahora es ayudar a las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, a esa Novorossiya. No es una decisión fácil ni sencilla, es obvio, pero está en juego la propia seguridad nacional de Rusia. Hace unas semanas la UE y Estados Unidos, a pesar de sus grandilocuentes declaraciones de protesta y crítica, sus “sanciones” contra dirigentes rusos (pero ninguna contra Putin), temían una posible intervención rusa en el Este de Ucrania (igual que se apresuró a intervenir en Crimea) y recomendaban a sus marionetas de Kiev prudencia y “diálogo” (o lo que Occidente entiende por diálogo). Ahora, extrañamente, el Kremlin (y quien manda en el Kremlin es Putin) se ha apaciguado, lo que a su vez ha envalentonado a Occidente y el nuevo poder ucraniano, se muestran más provocadores, exigentes, regatean con el precio del gas, lanzan nuevas operaciones militares, amenazan con más sanciones. Y el Kremlin calla. Dicen que no deben caer en provocaciones. Pero el apaciguamiento de que está haciendo gala Moscú es similar al apaciguamiento de la Conferencia de Munich de septiembre de 1938, que abrió la puerta a la desmembración de Checoslovaquia y su posterior ocupación, al entregar al Tercer Reich la región de los Sudetes y luego el resto de Checoslovaquia. En su día Londres y París consideraron un gran logro el Pacto de Munich. “La paz en nuestro tiempo”, dijo el premier inglés Chamberlain. La paz no duró ni un año. Pero mientras que Chamberlain era un pusilánime, un hombre débil de carácter, Putin es todo lo contrario: inteligente, frío, calculador y con pocos escrúpulos (por no decir ninguno).

La debilidad de la política del Kremlin hacia Ucrania es incomprensible y conduce a una virtual capitulación de Rusia. Políticas tales sólo pueden explicarse como resultado de la estupidez o la traición. Putin no es estúpido. ¿Es entonces un traidor a su pueblo y su país?

Recibe un fraternal saludo.

JL F dijo...

Quien diga o crea que Putin es socialista es que no tiene ni idea de que es esa ideología. Lo que es Putin es un oligarca que debiende los intereses de una clase minoritaria capitalista, tal y como hacen los presidente de los paises de la U.E. o de EE.UU., ni más ni menos. Otra cosa es que el enfrentamiento interimperialista que a veces parecen querer iniciar Rusia o China, que sacan la patita para luego esconderla, provoque debilidad en el polo imperialista dominante y que, por supuesto, se puedan sacar ventajas de esa lucha desde el bando de la clase trabajadora.

En cuanto a las milicias antifascistas, si Putin no las ayuda estará demostrando, una vez más, que no le importa ni un apice sus supuestos "hermanos rusos" y, por supuesto, que no le interesa para nada la independencia de Nueva Rusia y que esta, ni de lejos, esté gobernanda por fuerzas populares. Lo que le interesa es tener, como en Transnistria u Osetia, a unos peones con los que jugar para defender los intereses de los grandes mafiosos locales (y esto no lo digo como caracteristica esencial de Putin, sino algo propio de cualquier capitalista criminal, como cualquiera de los que nos gobiernan).
En todo caso, entiendo, como digo, la alegria que pueda provocar en muchos revolucionarios o en los pueblos en resistencia que Putin fastidie los intereses del imperialismo occidental. Pero no debemos equivocarnos y tenemos que valorarle simplemente como lo que es: el representante de los intereses imperialistas de la oligarquia rusa. Su principal enemigo, como el de los EEUU o la UE, son los trabajadores organizados y los pueblos en resistencia.
Saludos

Albert dijo...

Estimado José Luis Forneo:

Ciertamente, quien quiera ver en Putin un hombre de ideas no ya socialistas pero siquiera izquierdistas vive en otra realidad, como los caricaturistas de los medios de comunicación occidentales, que le pintan como un neocomunista, el antiguo chekista que redescubre sus orígenes, el hombre que se mira en el espejo y ve reflejada la imagen de Stalin, etc. Pero son absurdos clichés de la Guerra Fría y de un desconocimiento absoluto de la realidad rusa.

Por desgracia, entre la izquierda revolucionaria hay mucha gente que ve en Putin un paladín de la lucha contra el imperialismo, pero en ello hay mucha fantasía y demasiada ilusión por querer ver lo que no hay: Ni Putin es realmente antiimperialista en el sentido revolucionario del término, ni la Rusia actual es un país progresista en forma alguna. Si no, que nos los cuenten a los que tuvimos la desgracia de vivir allí durante algún tiempo.

Las grandilocuentes palabras de Putin afirmando que defendería a los rusos del sudeste ucraniano se han quedado en papel mojado. ¿Quizás está este hombre esperando a que dentro de cinco años cambie el Presidente ucraniano por otro menos hostil? Largo me lo fiais. No creo que Putin sea tan ingenuo. Y aunque así fuera, en cinco años la OTAN puede llenar de bases Ucrania. Una vez que estén allí ya no se marcharán.

¿Tanto teme Putin a las milicias antifascistas de Novorossiya? Ciertamente el poder ha surgido allí de forma bastante espontáneo, pero por eso mismo no son milicias ni autoridades homogéneas, y la prueba son la mezcla de símbolos, desde banderas rojas a banderas tricolores de la actual Rusia, simbología religiosa, la gallina mutante (el águila bicéfala) como escudo de ambas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y de Novorossiya misma. Es el resultado de la aglutinación de todos los opuestos al poder ilegal instalado en Kiev, desde comunistas locales hasta pro-rusos deseoso de la anexión a Rusia. La ayuda REAL de Putin a Novorossiya le haría ganar la lealtad de la mayoría de esa gente, igual que en Crimea. Por eso no sé hasta qué punto debería tener miedo a que esas milicias causen un efecto contagio en la propia Rusia si logra ganarse su lealtad simplemente cumpliendo su promesa de proteger a sus hermanos rusos. ¿Alguien puede imaginarse lo que habría sucedido si los muertos en Odesa el 2 de mayo hubieran sido americanos? A las pocas horas Kiev estaría bajo las bombas y los marines paseando por las calles de Odesa.

Sea como sea, el comportamiento de Putin parece ser el de sacrificar a los habitantes de Novorossiya en aras de que los negocios sigan como siempre, los suyos y los de su camarilla. La suerte de Novorossiya, si no está dirigida desde el despacho presidencial del Kremlin no le interesa, por lo que se ve. Sólo le interesan los títeres, y lo demuestra en su ambigua relación con Bielorrusia, que se niega a convertirse en un vasallo de Rusia.

Recibe un fraternal saludo.

GRACO dijo...

Celebro los comentarios a propósito de esta entrada de José Luis Forneo. Con Albert ya he tenido la oportunidad de cambiar impresiones sobre Rusia en otro foro recientemente desaparecido. Comparto una vez más vuestras críticas y sólo añado un resumen personal de la situación: Rusia tiene suficientes motivos y medios para resolver la presencia del fascismo de la OTAN en sus fronteras, pero todas las medidas que podrían convenir a los intereses de los trabajadores rusos y a la seguridad y soberanía de la propia Rusia, son disfuncionales a los intereses de la oligarquía rusa, de la que Putin es su gestor. La restauración capitalista sólo podía estar al servicio del capitalismo.

JL F dijo...

Graco: gracias por comentar. Estamos de acuerdo en la vision del problema. Cualquier ayuda a los antifascistas ucranianos estaría en contra del regimen neoliberal instaurado en Rusia tras la caida de la URSS, y gestionado por Putin actualmente. Sin embargo, en el marco de conflicto interimperialista en auge puede ser que, como en Trannistria, Abjasia u Osetia, a Putin le interese mantener un grano en el culo del imperialismo occidental en Ucrania, del que los antifascistas se puedan aprovechar. El peligro para Putin, evidentemente, es que cunda el ejemplo y le salgan comunistas y antifascistas en todo el pais.
Saludos

GRACO dijo...

Camarada José Luis Forneo: Entiendo que, aunque así fuese, el grano en el culo no podría ocultar las consecuencias de una derrota estratégica de semejantes dimensiones. Para la OTAN, la división de Ucrania es inaceptable, pues saben que, a corto plazo, la resistencia en la parte occidental del país será inevitable en cuanto las medidas de integración con la UE se hagan sentir en la cotidianeidad de los ucranianos que la habitan, y no van a consentir una retaguardia adversa.
La OTAN - como brazo armado de las viejas potencias- tiene, además, instrucciones de hacerse también, de momento, con las tierras del Sureste, ricas en recursos minerales y energéticos. Ellos representa los intereses de los capitalistas occidentales, que, por imperialistas, en la actual fase del capitalismo, no tienen por que respetar a socios de su misma calaña, ni ucranianos ni de ningún otro lugar. Tienen claro que la milonga de la pluri-polaridad va en detrimento de las actuales potencias, carentes de recursos energéticos propios, y que sólo beneficia a sus competidores. La OTAN no va a ceder un milímetro, y menos viendo el acobardamiento y la naturaleza de las contradicciones de Rusia.
El capitalismo, al contrario de lo que se piensa, sí crea en el materialismo histórico y la dialéctica (Tienen bastantes ex izquierdistas trabajando para ellos), y tratan de evitar o atrasar sus predicciones. Son los nuevos ricos capitalistas rusos los que detestan el materialismo histórico y la dialéctica y los que confunden las herramientas de análisis del materialismo y la dialéctica con el socialismo, que detestan y temen junto a sus "socios" europeos.
Los rusos, empero, tratan de evitar el conflicto, pues llevan más de veinte años intentando que los acepten en sociedad, y les incomoda que su humillante ofrecimiento para un "noviazgo" inter pares con Occidente, en el que, erre que erre, todavía creen, se vea menoscabado por "una aventura socializante en el Sureste".
Los oligarcas rusos y sus obscuros secretarios administrativos del Kremlin, no es que sean idiotas ni cobardes, es que no parecen entender por qué les rechazan el "noviazgo", por más que se bajen los pantalones.(Por cierto, los chinos, desde hace unos años, empiezan a tenerlo más claro).
El escenario a medio plazo parece ser el de una guerra intercapitalista. Y con seguridad,la última. Y si la próxima guerra va a ser intercapitalista o interimperialista, es algo a debatir. No lo tengo tampoco claro, como todo lo demás, pues lo que escribo son sólo opiniones personales que no tienen más valor que el quiera dárselesnbotest the. Saludos afectuosos.

José Koba dijo...

Análisis rigurosamente marxista-leninista y que suscribo al 100%.

Algunos frikis pequeño-burgueses parece que necesitan un régimen salvador bajo el que refugiarse y creen que el gobierno burgués de Rusia lo es. No han comprendido ni una palabra del Marxismo.

JL F dijo...

José Koba, lo que pasa es que es comprensible como mucha gente, dejándose llevar por la subjetividad y el deseo, algo muy poco m-l, quier ver a Putin un salvador. Hasta cierto punto es comprensible, dadas las condiciones desastrosas del movimiento comunista, pero esa actitud, aunque se entienda su surgimiento, no resiste un mínimo análisis, por muy superficial que sea, marxista.

Putin y Obama son dos caras del mismo rostro bárbaro, aunque, por razones históricas o circunstanciales, a los comunistas les tiente la idea de que Putin es mejor.

Saludos Rojos

JL F dijo...

Graco: esta claro que lo que se esta forjando es una guerra interimperialista o intercapitalista típica del periodo de crisis inevitable del sistema. La duda es como se va a desarrollar y si los escenarios serán las fronteras comunes o el amplio campo para el neocolonialismo existente será suficiente colchón de respiración para evitar el enfrentamiento directo, de momento.

Lo cierto es que los momentos más adecuados y fertiles para el fortalecimiento de los movimientos comunistas han sido, precisamente, los conflictos interimperialistas, y eso, como bien dices, lo saben también a la perfección los capitalistas (que, comparto contigo, si que creen en la dialéctica y el materialismo histórico, al contrario que los comunistas posmodernos, revisionistas, oportunistas y muy "democráticos" ellos). Por eso quizás acaben siempre evitando el choque definitivo y directo, y busquen campos de batalla donde los que mueran sean otros.
En fin, en todo caso, coincidimos en que la oligarquia rusa daria todo lo que fuera por ser aceptados en el grupo de los que cortan el bacalao en occidente, y no analizan bien las causas del rechazo.
Saludos

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