domingo, 5 de febrero de 2017

El objetivo de las protestas en Rumania es el programa del gobierno, no la corrupción

Ayer sábado el director de una de las multinacionales bancarias que más roba en Rumania, Raisfeissen Bank, Steven van Groningen, su unió a los que protestaban contra el gobierno rumano recientemente elegido por una mayoría aplastante en las elecciones del pasado mes de diciembre.El susodicho jefazo de Raisfeissen Bank no ha dudado, entre otras cosas, de paralizar la ley de Dación en Pago aprobada en la última legislatura por la cual los hipotecados rumanos puedan saldar con su casa la deuda con el banco, sin tener que devolver los intereses ¿Por qué un gerifalte de una gran corporación capitalista apoya las manifestaciones contra, supuestamente, la corrupción? La respuesta es de perogrullo.
Steven van Groningen, Director General de Raiffeisen Bank România
protestando contra el gobierno

El objetivo de las manifestaciones masivas y bien pertrechadas (las ONGs surten de abundante material a los presentes) no es, ni mucho menos, la ordenanza aprobada por el gobierno socialdemócrata (que hoy ya ha sido abrogada, aunque las manifestaciones siguen), sino el programa de gobierno que se va a aplicar por el ejecutivo: principalmente, contra la reforma del Código Fiscal.

En la prevista reforma fiscal se van a aumentar los impuestos para las grandes multinacionales extranjeras, del  5% actual al 16%, lo que va a suponer un aumento de millones de euros del presupuesto público y, por otro lado,  pérdidas en la cuenta de beneficios de las grandes corporaciones económicas. Además, para más atrevimiento, la coalición gobernante ha osado aumentar el salario mínimo de los trabajadores rumanos de los 1250 lei brutos antes del 1 de febrero de 2017 hasta los 1450 actuales. La diferencia no es grande, pero a los grandes patronos corruptos de las corporaciones capitalistas les ha escocido.

Por eso, no es de extrañar que los propios "jefes" animen a sus trabajadores a acudir a protestar contra los "odiosos" gobernantes de la "Ciuma Rosie" (Peste Roja), como les apodan los miembros de la que es hoy, posiblemente, la derechona más reaccionaria de Europa (un inciso, a los explotados por las multinacionales no les gusta que les llamen "trabajadores" -muncitori, en rumano-, sino "empleados", -angajati-, algo más cool,  great and in para el body).

De hecho, y como hemos dicho al empezar, hasta los grandes oligarcas rumanos se unen como "hermanos" a los protestatarios, en una especie de éxtasis de "la sociedad sin clases", ese mantra tan manoseado por los grandes criminales de la élite económica para justificar que los explotados y ellos no son realmente enemigos, sino colaboradores por el "bien común" (aunque ese "bien" vaya más a unos bolsillos que a otros y sean solo algunos los que se reparten los privilegios).  Por supuesto que esa hermandad de objetivos es posible solo después del horario de trabajo, que una cosa es la "lucha por la democracia" (notese la ironía) y otra que los esclavos no produzcan dinero para la corporación.

Gigi Becali, !También protesta contra la corrupción!
Al igual que el citado Von Groningen, al que Honoré de Balzac definiría sin pelos en la lengua como "un delincuente" (recordemos aquello de que "detrás de una gran fortuna siempre hay un gran delito", bien sentenciado por el escritor francés en La posada roja), otros de su calaña han agitado pancartas y gritos de, !hay que ser cínico!, "!Ladrones, ladrones!", dirigiéndose al gobierno actual; como, por ejemplo, un tal Sebastian Burduja, hijo de un gran banquero rumano que ha llevado a la quiebra varios bancos y ahora trabaja, precisamente, también en Raisfeissen Bank, y que apareció con una pancarta en la que decía "Acasă-i cald și bine, dar eu strig și pentru tine” (!En casa se está caliente, pero yo grito por ti!). Mejor hubiera dicho "El Banco Mundial protesta por ti".

El tal Sebastian Burduja es el hijo de un antiguo directivo del Banco de Comercio Exterior Rumano, bajo control de la Seguridad rumana, y después del golpe capitalista, afiliado al Frente de Salvación Nacional (partido que se decía continuidad del PCR dirigido por Ion Iliescu). Con el tiempo, el papi, despues de ser alcalde, llegaría a ser vicepresidente de Bancorex (banco formado tras el golpe de estado de 1989 y dedicado al comercio exterior). Este banco, el principal de Rumania hasta finales de la década de los 90, acabó hundido debido al dinero que se prestaba a los nuevos ricos y grandes corruptos que se repartían alegremente el dinero privatizado por el capitalismo rumano, dejando a muchos trabajadores en la ruina. El padre del susodicho manifestante "anticorrupción", en vez de ir a la cárcel, continuó dirigiendo otros bancos de primera línea de Rumania. Sebastian Burduja, el niño de papá, fue enchufado en el Banco Mundial en puestos directivos a pesar de su juventud y, desde allí, "por amor a la patria", por supuesto, volvió a casa para crear diferentes ONGs, como la iniciada junto a Dan Nechita (consejero del presidente "tecnócrata" Dacian Ciolos, títere de Iohannis),  la Fundación Caesar, con la financiación y el apoyo de la Banca Nacional de Rumania (es decir, dinero público).

Joven banquero protestando contra el gobierno
Viñeta de Laurentiu Ridichie
El "anticorrupción" Burduja  ha salido ahora con sus colegas a la plaza para "gritar por los rumanos", aunque parece que sobre su padre (siempre en posiciones clave para la corrupción y la estafa desde 1989), o sobre la corrupción del gobierno de la derecha hasta hace apenas dos meses, no tenga nada que gritar.

Otro de los protestatarios "anticorrupción" contra el gobierno es Gigi Becali, conocido mafioso rumano, presidente del equipo de fútbol Steaua de Bucarest, e imagen (hasta ahora) de la corrupción político-económica en Rumania. Hoy se ha unido a la "Ciuma Dreptei" (Peste derechista), para luchar por la "democracia" y, ¿para qué nos vamos a engañar?, por el negocio, que al final es lo que cuenta. Muy democrático todo, ¿verdad?

En todo caso, y dejando de lado la lista de participantes de la élite económica rumana en las protestas contra el gobierno, esa subida de impuestos para las grandes empresas del 5 al 16% ha revolucionado a la gran derechona rumana y europea, que ha empezado a mover hilos para frenar al gobierno del PSD, sorprendentemente demasiado díscolo para estos tiempos de austeridad y ofensiva contra los trabajadores y la mala coyuntura para la defensa de los intereses de los estados nacionales frente a los intereses globalistas.

Hoy domingo, a pesar de la abrogación de la polémica ordenanza de reforma del Código Penal (que al final, es lo menos importante de todo el problema), las grandes empresas rumanas han vuelto a convocar a sus "empleados" y a los aguerridos militantes de las ONGs financiadas por Europa o Estados Unidos para que sigan protestando aunque se haya abrogado la famosa ordenanza.

Sin embargo, parece que, después de una semana de algarabía mediática y propagandística,  los votantes del PSD y otros muchos ciudadanos hartos de la manipulación televisiva se están concentrando ante el Palacio de Cotroceni, sede de la presidencia, contra el jefe de estado Klaus Iohannis, el "líder" de los manifestantes de la derecha, exigiendo su dimisión por corrupto y por haberse saltado la Constitución rumana, que define sus competencias como árbitro y no como incitador a la revuelta contra un gobierno que, finalmente, ha sido votado por la mayoría, aunque defienda otros intereses a los suyos.
Imagini pentru jos iohannis
El líder de la derecha rumana, el hombre de las seis mansiones
compradas con dinero negro en la ciudad de la que fue alcalde, Sibiu

Además, el presidente ha declarado en la Cumbre de Malta, celebrada este fin de semana entre los líderes europeos, que los manifestantes son "my romanians", es decir, "mis rumanos", dejando claro que él es solo es presidente de los 100.000-200.000 rumanos que obedecen su arenga para derribar al gobierno, y no de los 19 millones restantes (en especial, por supuesto, de los que no piensan como él). Es posible, así como sucedió en otras ocasiones, que el tiro les salga a los corruptos reaccionarios por la culata y que las maniobras de las multinacionales acaben, finalmente, reforzando más aún la posición del partido en el gobierno.

En todo caso, y para terminar, no se lucha contra la corrupción de forma partidista, como hacen los seguidores de la derecha en las protestas de esta semana, sino combatiendo contra el sistema. El capitalismo es sinónimo de corrupción, y solo acabando con los privilegios económicos de los que viven del trabajo ajeno y del saqueo del estado se puede acabar con ella  Un !No a la corrupción! es un !No al capitalismo!, un !No! rotundo a la minoría que vive parasitando el trabajo  y la riqueza producida por la mayoría. Un !Sí al Socialismo!, en definitiva.

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